miércoles, 21 de noviembre de 2012



Padre de joven chileno víctima de accidente aéreo en Perú logra condena de la mafia de “los vuelos de la muerte” en Nasca

Fernando Ramírez investigó el accidente de aviación ocurrido en febrero de 2010 en Nasca, donde perdió la vida su hijo Matías. Aunque el informe oficial desestimó responsabilizar a la aerolínea, él demostró las incoherencias de esa indagación y dejó en evidencia la protección brindada a los dueños del negocio de los vuelos sobre las Líneas de Nasca, onde han muerto 17 personas desde 2007. 


Reportage de Canal 13. Accidente Nazca 2010
El 25 de febrero de 2010 a las 10:47 la aeronave Cessna 206F (matrícula OB-1117), desde el aeropuerto María Reiche Newman, de Nasca (Perú). Su hoja de ruta era corta y precisa: un sobrevuelo de 30 minutos sobre las famosas líneas y figuras de Nasca, una atracción turística que reúne a cientos de visitantes y cuyo misterio hasta hoy no ha sido descifrado. A bordo, el piloto Andrés Chavarri (44 años) y seis pasajeros: un matrimonio peruano y su pequeña hija, y tres jóvenes chilenos: Matías Ramírez Poblete (26 años), Gabriela Ortega Poblete (26) y Alejandra Cienfuegos Silva (25).

Luego de sobrevolar la primera figura –la del Astronauta- el piloto de la compañía Nazca Airlines le informó a la Torre de Control que ascendería hasta los 3.200 pies. Minutos después, cuando se disponía a sobrevolar la figura de la Araña, súbitamente cayó sin control, colisionando en tierra.

Pasado el medio día supo que algo andaba mal, al encontrar 22 llamadas perdidas en su celular en solo dos horas. Con movimientos certeros se comunicó de inmediato. Al otro lado del teléfono respondió su hijo Nicolás. Lo único que alcanzó a escuchar fue que su otro hijo, Matías (26 años), quien acababa de egresar de la universidad y pasaba sus vacaciones en Perú, había tenido un accidente aéreo en Nasca. Veinticuatro horas más tarde Fernando aterrizaba en Lima.


Junto a Fernando, académico e investigador del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile, iban su esposa, Soledad, y su hijo Nicolás. Ya sabían que las dos jóvenes que viajaban junto a Matías, su prima Gabriela y Alejandra, amiga de ambos, también habían fallecido.

Poco antes de la medianoche del jueves 26 de febrero, llegaron a Nasca. En un pequeño edificio público, alumbrado con luz de flúor, una fiscal y dos funcionarios revisaban documentos. Después de una espera que se les hizo eterna, y habiendo permanecido todo el tiempo de pie, pues no había ni un lugar para sentarse, una voz impersonal los llamó para proceder a un protocolo brutal: la entrega de las pertenencias de los jóvenes fallecidos. Cuando ya la entrega había finalizado y se encontraba leyendo los relatos del accidente recopilados por la fiscalía, el cónsul de Chile, quien los acompañaba en esos trámites, recibió una llamada de su embajador.

Aeronave Cessna 206F, accidentada en nazca
-El cónsul nos dijo que le pedían regresar de inmediato a Lima. Las primeras noticias daban cuenta de que un tremendo terremoto había afectado a gran parte de Chile. Después de ese llamado, nos quedamos sin comunicación con Chile. Literalmente nosotros nos volvimos invisibles para los chilenos… Nos quedamos solos.

Lo que Fernando Ramírez no sabía en la madrugada del 27 de febrero de 2010, era que esa soledad dramática, que primero les impuso la fuerza de la naturaleza, se mantendría durante otros dos años y medio. A pesar de haber tocado todas las puertas posibles, en todo este tiempo, Fernando Ramírez nunca consiguió que el Estado chileno se hiciera parte en el juicio que con grandes dificultades logró mantener abierto en Perú.
Al recibir el informe del accidente, dos años más tarde, Fernando se volcó a analizar línea por línea las 48 páginas del informe. Por un reflejo de su experiencia profesional, decidió entonces comparar el circuito que había realizado la nave Cessna, según el informe oficial, con el que indicaban las últimas fotos de su hijo. Fernando tomó el mapa de la zona en Google Earth y montó sobre él las fotos de Matías…Los primeros descubrimientos que hizo lo dejaron anonadado. Ahí empezó la otra historia, en el preciso instante en que el padre juntó las fotos de Matías con el informe oficial del accidente:


Lineas de Nazca, Perú, figura del Mono
-Empecé a analizar línea por línea. Acá dice la hora en que se inició el vuelo. Si yo seguía las fotografías de Matías -que las estoy poniendo acá con estos círculos rojos (y muestra el itinerario que él mismo dibujó)-, el avión hizo este viaje: aquí aparecen primero la figura del Astronauta (foto tomada por Alejandra Cienfuegos), luego la figura del Cóndor (foto de Matías), la del Mono (foto de Matías), la del Colibrí (foto de Alejandra) y finalmente la Araña. Si tomas las fotos y las miras por el ángulo del sol, tú puedes saber más o menos -por horario GMT- cuál es la hora en que la foto fue tomada. Si sigues este trayecto, el viaje duró 22 minutos. Entonces, empecé a contrarrestar con lo que dice el informe. Allí dice que el avión despegó a las 15:47 (Hora UCT) y que “20 minutos después -16:07 UCT-, cuando volaba sobre las figuras de Nasca, cae sin control”. Pero en la página 6 del mismo informe, dice que cayó a las 15:55, o sea, 8 minutos después de despegar. Para mayor confusión, en la página 17 dice que despega a las 15:47, que a las 15:51 está dejando la figura de la Ballena, que a las 16:06 la Torre de Control escucha ruidos extraños y que a las 16:08 la torre ya no tiene respuesta. Si el avión cayó a las 15:55 (página 6, 10:55 hora local), ¿por qué la Torre de Control sigue escuchando ruidos a las 16:06?
Fue así como Fernando Ramírez fue tomando una por una las incongruencias del informe oficial del accidente donde murió su hijo Matías, emitido por la Comisión Nacional de Accidentes de Aviación (CIAA), y contrastándola con la información que emergía de las últimas fotos de Matías y con la que él mismo fue recabando en una investigación que nunca imaginó le comería los próximos dos años de su vida.
No ha sido el primer accidente en Nazca:  situaciones anteriores

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